Todo comienza mucho antes de salir el sol. Las mujeres (por lo general) acuden a las panaderías a comprar unas cuantas barras para el "avío", mientras los hombres echan un vistazo al tractor, remolque, cubos, espuertas y tijeras, para verificar que todo se encuentra en orden y, si sobra tiempo, se van al bar para tomar un café e intercambiar impresiones sobre la jornada precende y la que aguarda.
Todavía está oscuro pero ya va comenzando una singular procesión. La carretera de Villamalea se lleva la mayor parte del tráfico de tractores, coches con vendimiadores, motos, etc... Dicha carretera conduce a los parajes donde se encuentran la mayor parte de los viñedos: Matallana, La Montanera, El Coral del Duro, etc... Ningún día del año se ve una densidad tan grande de tráfico por carreteras vecinales y caminos. La gente se va preguntando si las cepas estarán o no mojadas, algo que suele ser relativamente común y que dificulta bastante el trabajo al menos hasta la hora del almuerzo. Una vez llegados al tajo, siempre a tiempo de asistir a la salida del sol por encima de las viñas, comienza uno de los últimos trabajos manuales de la agricultura moderna: la recogida de la uva.